Con un reparto exquisito, una dirección excelente y tantas, tantas buenas intenciones, esta preciosa y poética obra aún manteniéndote en una terrible desazón durante gran parte del metraje no termina de enganchar el ritmo adecuado para los impacientes espectadores de ahora.
Pero no vale decir que es mala, poque no lo es, en absoluto. Y ojalá le dén el Oscar a Glenn Close por ser tan valiente, aunque ya sabemos que les pasa a los valientes.